29 de julio de 2016

El semillero: en el tocador de señoras

Fotografía ilustrativa de la noticia

Lola Gómez Ferrón prodiga a sus plantas toda clase de mimos. Por eso, cuando son pequeñas, en el semillero, las peina con la mano, las roza. De forma suave, las primeras veces; con más brío, cuando la planta está crecida. Así todos los días, dos veces: por la mañana y por la tarde, hasta que se trasplanta al invernadero.

Como en cualquier peinado, también hay tirones. Aquí se llaman microheridas. Nada grave. Según la agricultora, la pérdida de savia no es significativa en hortalizas leñosas como los tomates o los pimientos, principales destinatarios de esta técnica.

La función de esas microheridas es sencilla: ralentizar el crecimiento de la planta. “En verano, el invernadero se blanquea. Se quita calor pero sobre todo luz. Al faltar ésta, la planta compite con las demás para buscarla. Eso hace que se desarrolle rápido pero débil. Con las microheridas, la hortaliza cambia su comportamiento. Sólo se preocupa de curarse y cicatrizar. Se olvida de la competición. El resultado es una planta más corta y gruesa, perfecta para crecer vigorosa en invernadero”, especifica.


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