Andalucía es una de las zonas más vulnerables a los efectos del Cambio Climático de Europa. Nuestra comunidad ha desarrollado medidas desde 2002, anticipándose a otras ante la gravedad del problema. La Ley Andaluza de Cambio Climático constituye un paso fundamental y con ella Andalucía muestra el camino para España, Europa y la Humanidad.
El Cambio Climático es un Cambio Global. Nos podemos preguntar qué tipo de respuesta tendrá la Naturaleza, una forma simbólica de definir los sistemas naturales. Podemos pensar que: la Naturaleza es robusta (supera cualquier cambio), que la Naturaleza es frágil (no supera determinados cambios), que es robusta dentro de determinados límites (que no conocemos) o, finalmente, que es caótica (difícil de predecir). Cualquier acción humana debe ser meditada y valorada en sus efectos globales, locales y temporales. El escritor estadounidense Jared Diamond, en su libro Colapso, define tal término como “un drástico descenso del tamaño de la población humana y/o la complejidad política, económica y social a lo largo de un territorio considerable y durante un período de tiempo prolongado”. El autor ha encontrado hasta 12 causas por las que sociedades pasadas se han debilitado por razones medioambientales, al deteriorar su medio, una de ellas es el Cambio Climático.
La situación actual mundial, con una clara fractura entre sociedad humana y Naturaleza, generada por un 20% de la Humanidad, pero afectando al 100% de la misma, y motivada por el modelo de globalización que prima, augura un negro futuro para muchos colectivos humanos, la mayor parte muy desfavorecidos. A pesar de la información existente sobre el Cambio Climático, es posible que el 60% de la población no sepa en realidad lo que es, sus causas reales y consecuencias. Esto facilita el sostenimiento del razonamiento de carácter negacionista, mantenido por quienes argumentan que no hay demostración de la existencia del mismo o bien que el planeta ha tenido siempre cambios climáticos y que por ello no hay que preocuparse. Nuestro planeta es un planeta donde los cambios climáticos han sido comunes a escala geológica, por cuestiones planetarias y cosmológicas, y siempre han generado multitud de extinciones. Pero nunca antes ha existido un cambio tan rápido, inducido por nosotros mismos, en un planeta muy poblado de seres humanos que conviven en condiciones variables de calidad vida.
El Cambio Climático del Antropoceno, término que describe el periodo de la Tierra donde la influencia humana esta siendo notoria, ocasionado por el ser humano, es una novedad para el planeta. La Paradoja de Giddens, escrita por el británico Anthony Giddens en su libro La política del cambio climático, expresa que los peligros que representa el Cambio Climático no son tangibles, inmediatos o visibles en el curso de la vida cotidiana o sencillamente se enmascaran con fenómenos naturales. De esta forma, continúa esta Paradoja, las personas se cruzan de brazos y no hacen nada concreto al respecto y, muchas veces, también a nivel de los responsables hay reticencia a tomar acciones por el coste que implicaría el mantenimiento de estrategias a medio o largo plazo en un marco políticamente cortoplacista.
A pesar de ello, si decidimos esperar hasta que sean más visibles y sus efectos se agudicen, antes de pasar a la acción, las consecuencias serán mucho más graves para las generaciones venideras. No actuar hoy contra el Cambio Climático de manera decidida, firme y continua, es insostenible, en el más puro sentido de término, ya que está en juego el bienestar y la supervivencia de generaciones futuras. Evidentemente una forma de demostrar algo es poner de manifiesto un suficiente número de certezas que avalen la realidad del problema. Hay un elevadísimo número de ellas sobre la realidad del Cambio Climático. Una cuestión crítica es si podemos frenarlo con acciones locales o hacen falta acciones globales o bien necesitamos de ambas.
En profundidad
La Declaración de 2014 de la Organización Meteorológica Mundial alerta de la acentuación de episodios climáticos extremos e insiste en la idea de que la influencia de la actividad humana sobre el clima, ya constatada, explica alguno de los cambios que se están observando. El incremento de la temperatura global del planeta, debido a nuestra emisión de gases de efecto invernadero a 2 ºC es imprescindible e implica bajar las emisiones de dichos gases entre un 40 y un 70 %, en comparación con los valores de 2010 para mediados del siglo XXI, y casi a cero para finales del mismo, apunta el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
La tarea central en la mitigación del Cambio Climático es desvincular las emisiones de los gases que provocan el efecto invernadero del crecimiento demográfico y el desarrollo de los pueblos. El incremento de zonas urbanizadas y la incidencia humana modificadora de los paisajes naturales, junto a la destrucción de los bosques, ha generado una disminución de los sumideros naturales de dióxido de carbono (CO2), que son nuestras formaciones vegetales naturales, especialmente los grandes bosques del planeta, pero también los bosques y vegetación a nivel local y regional. En relación con la pérdida de sumideros naturales de CO2, conviene recordar que dicho gas representa el 60% de los gases de efecto invernadero, un 70% del total emitido de este gas a la atmósfera por el desarrollo de nuestra especie.
Durante los últimos 150 años la concentración atmosférica de CO2 ha aumentado a nivel global de 280 a 400 partes por millón (ppm) (unidad de medida con la que se evalúa la concentración). Cada molécula de CO2 emitida permanece en la atmósfera entre 100 y 150 años hasta que el Ciclo del Carbono la elimina, si emitimos por encima de la capacidad metabólica del ciclo, el CO2 se acumula en la atmósfera generando el Calentamiento Global y el Cambio Climático.
Actualmente hemos creado una fractura metabólica, concepto que expresa una separación clara y negativa entre los procesos naturales y nuestro desarrollo, en el Ciclo Biogeoquímico del CO2, ya que el planeta no puede digerir (metabolizar) de forma adecuada el exceso de CO2 emitimos con nuestra actividades, y por ello se acumula en la atmósfera, produciendo el Calentamiento Global. El promedio de la temperatura registrada en continentes y superficies de océanos fue, el año pasado, de 14,5 grados Celsius, lo que quiere decir que aumentó en medio grado respecto a la media de los años sesenta, setenta y ochenta. En el informe del IPCC presentado en Yokohama, en marzo de 2014, se advierte a los líderes políticos que realicen urgentes previsiones de acciones ante el Cambio Climático, ante un panorama futuro lúgubre si no se actúa a tiempo, especialmente en relación con la vulnerabilidad diferencial de los territorios.
Andalucía
Andalucía, debido a su posición geográfica, es una zona de alta vulnerabilidad, posiblemente de las más sensibles de Europa. Estamos ubicados entre el Sur de Europa y el Norte de África, influidos por potentes masas de aire. Especialmente importantes son el Anticiclón de Azores y las Bajas Presiones Atlánticas, y también el breve Anticiclón Siberiano en invierno. Su posición relativa condiciona nuestra meteorología, y a largo plazo nuestro clima. La posible influencia del Calentamiento Global en dichas masas de aire está clara, e influirá nuestra meteorología, y nuestro clima a medio plazo.
El escenario futuro en Andalucía es estíos de seis meses, series de años con escasas precipitaciones, incremento de las temperaturas estivales, aumento de la evapotranspiración, es decir de la pérdida de agua desde el suelo, las masas de agua y los seres vivos, y posiblemente, años de precipitaciones invernales intensas, con efectos importantes de riadas. A todo hay que añadir una subida del nivel del mar entre 0,5 y 1,5 metros, con incidencias muy negativas. Otros consecuencias están relacionadas con las transformaciones en el paisaje, un recurso importante para Andalucía, así como en posible pérdida de biodiversidad. Podríamos perder especies vegetales de zonas costeras, que muestran importantes servicios ecosistémicos, como las espartinas y posidonias; o endemismos, como el pinsapo, o ecosistemas como las dehesas. En relación con especies animales, podía haber una incidencia negativa en endemismos, como la Ranita de Sam Antonio o en especies migratorias, como los ánsares, cernícalos primilla o vencejos.
Los efectos en la salud del Cambio Climático podrían ser muy graves a través de olas de calor urbanas, incremento de partículas en atmósfera, nuevos vectores de plagas y enfermedades. Las sequías prolongadas muestran efectos muy perniciosos en relación con la agricultura y el uso del agua, así como la adecuación de los cultivos. En relación con nuestros Espacios Naturales, verdadera riqueza, un recurso valioso y una responsabilidad ética, un 30% de nuestro territorio, la incidencia del Cambio Climático puede ser grave, especialmente en los costeros o zonas como Sierra Nevada, Alcornocales o Cazorla, Segura y Las Villas, por poner algún ejemplo. Hay que pensar también en la responsabilidad de acogida de Andalucía a los miles de emigrantes medioambientales que llegaran a nuestra tierra por el Cambio Climático.
Acciones para frenar el Cambio Climático
El Protocolo de Kioto, inicialmente adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, entró en vigor el 16 de febrero de 2005. Constituye un primer intento global para frenar el Cambio Climático. Pero realmente no alcanzó el escenario deseado por la avaricia e insolidaridad de determinadas estructuras económicas y la forma de vida de ciertos países. Pienso que sus ideas eran pragmáticas y podrían haber solucionado el problema en una sustancial medida. La aplicación local fue inadecuada e insuficiente.
Las Cumbres del Clima sucesivas, otro desastre, sin acuerdos realmente útiles. El 12 de noviembre de 2014, China y EEUU anuncian un acuerdo, calificado de histórico, para luchar contra el Cambio Climático. China plantea alcanzar su nivel máximo de emisiones en 2030 y pretende ese año producir el 20% de su energía con fuentes renovables. EEUU manifiesta reducir sus emisiones en 2025 entre un 26 y un 28% con respecto a 2005.
Con este acuerdo, que se suma al anuncio el mes pasado de la Unión Europea de que recortará en un 40% sus emisiones también para 2030, las dos principales potencias mundiales buscan sentar un ejemplo y alentar a otros países a compromisos similares, para impulsar las negociaciones hacia un consenso global contra el Cambio Climático.
Hasta ahora no había acuerdo con los mayores emisores de gases de efecto invernadero, al alcanzar uno la noticia es buena. Pero evidentemente insatisfactoria y aún insolidaria. No sabemos dónde está el punto de no retorno en nuestra modificación de la atmósfera, y quizás se alcance antes de las fechas indicadas. Por ello el acuerdo, aunque algo es mejor que nada, es altamente insuficiente para el conjunto de planeta y, especialmente, para los seres más desfavorecidos de nuestro mundo, que sufren el desenfrenado desarrollo de otros inmersos en la «cultura de la indiferencia y el descarte», como dice el Papa Francisco.
La Cumbre del Clima de Lima (Perú) en otoño de 2014 tampoco nos hace avanzar, solo son buenas intenciones, y además se plantea la culpabilidad global de todos, sin destacar adecuadamente la responsabilidad mayor de los que se niegan a reducir siendo los máximos emisores con niveles de desarrollo muy altos frente a los parias de la Tierra. Se aprobó en Lima un texto que incluye que todos los países participantes presentarán ante la ONU a lo largo de 2015 sus compromisos “cuantificables” de reducción de gases de efecto invernadero. Se trata de algo inédito hasta ahora, ya que la lucha contra el Calentamiento Global siempre había recaído sobre los países desarrollados, responsables del 80% de las emisiones globales. Ahora se reparte la culpa de lo que otros han inducido cuantitativamente más de forma clara.
París 2015
En cualquier caso, tenemos otro objetivo, parece que esto funciona por fases sucesivas, para lograr poco: la conferencia sobre el Cambio Climático que tendrá lugar en París en 2015. Un fracaso en París pondría, aún más, en entredicho la utilidad de la Convención Marco de Naciones Unidas, que nació en 1992 para solucionar este grave problema global y que han ratificado más de 190 países, pero que aún no lo ha frenado, ni ha logrado mitigar sus efectos ni aliviar la situación de los desfavorecidos.
Se trata de lograr el entendimiento entre los que más contaminan (y más han contaminado) y los que más sufren los efectos del Cambio Climático. En Lima hubo un debate entre países ricos y pobres que convirtió el dinero (la omnipresente plutocracia, debilitadora de la democracia, que controla el mundo a través de los mercados y los poderes financieros) en uno de los mayores puntos de desencuentro.
Los países en vías de desarrollo se negaron en Lima a aprobar un texto que no obligara a las mayores economías del mundo a entregar fondos para ayudarles a enfrentar los efectos del Cambio Climático. Estas, entre ellas la Unión Europea, presionaron hasta el final para que los compromisos financieros no formaran parte del documento, con el fin de mantener su carácter voluntario. Al final, para contentar a unos y a otros, se incluyó un párrafo que no obliga pero urge a aumentar las ayudas.
En 2015, en París, no hay posibilidad de error (por ahora nos consolamos con la conocida frase «siempre nos quedará París»). El mensaje de la ciencia ha sido muy claro: si no se empieza a trabajar desde ya en la reducción de emisiones de efecto invernadero, y en la valoración y potenciación de los sumideros naturales, el Calentamiento Global puede crear efectos devastadores a lo largo de todo el planeta.
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