Más biodiversidad para recuperar las dehesas
Francisco Volante es un agricultor y ganadero onubense, natural de Villanueva de las Cruces, y el promotor de un método plenamente natural para combatir una de las enfermedades que más afectan a nuestras dehesas: la seca.
Volante ha estado desde niño en contacto con la dehesa y su biodiversidad. La primera vez que vio la enfermedad de la seca tenía 13 años, “me impactó tanto ver las encinas muertas que nunca he podido olvidar aquella imagen y, sobre todo, aquel silencio, fue lo que más me marcó. Un ecosistema en el que no se escucha un pájaro cantar, el sonido de los insectos, en el que no hay animales… es un ecosistema muerto o agonizante”.
Con 23 años, se compró un terreno en el que pudo observar cómo actuaba la enfermedad. “Yo no soy biólogo, me defino como un autodidacta, todo lo que he descubierto es fruto de observar y sacar mis propias conclusiones, por eso lo que yo sé no viene en los libros”, afirma.
Para este agricultor, en la dehesa hay dos tipos de muertes por seca: una por plagas, provocadas, entre otras, por las especies del género Cerambyx, y por otro lado las derivadas del empobrecimiento y los problemas del suelo.
El primer caso “es fácil de controlar, lo único que hay que hacer es aguantar la biodiversidad. Si se consigue, el problema desaparecerá a los tres o cinco años”. Para lograr este objetivo, Volante ha ideado un método que consiste en poner colmenas y unos nidos artificiales para que aves, arañas y murciélagos críen en ellos, los cuales acabarán a posteriori con insectos y gusanos perjudiciales para los árboles, como las orugas desfoliadoras.
En sus 50 hectáreas, Volante tiene “más de 100 colmenas y de mis nidos salen cada año entre 400 y 500 pájaros. También hay que saber colocar las colmenas y los nidos de forma estratégica, crear puntos de agua limpios para que beban los animales, echarles comida en épocas de escasez, etc. y, por supuesto, hacerles un seguimiento constante”.
Volante indica que para enfrentarse a una plaga en un ecosistema concreto es esencial conocer su equilibrio biológico: qué papel juegan en él las aves, los insectos, etc. “Por ejemplo, en las encinas viven insectos que sirven de alimento a los depredadores. Si no hay esa diversidad de insectos, que juegan un papel importante para luchar contra las plagas del ecosistema, la seca campa a sus anchas”.
Así, el onubense defiende la necesidad de enseñar a quienes trabajan en el campo qué papel juega cada ser vivo dentro del ecosistema, poniendo como caso práctico el daño que ha causado a la dehesa la desaparición de los conejos, provocando un efecto dominó en las otras especies, o la introducción del meloncillo en este ecosistema.
El segundo tipo de muerte por seca del que habla Volante es el problema del suelo. “Hace 40 años el manejo que se hacía del suelo era muy diferente al actual y propiciaba que no hubiera conflictos como los de ahora. Hemos perdido la agricultura y la ganadería se conserva escasamente”, afirma con tristeza.
Por un lado, antiguamente se tenía una carga ganadera que se ajustaba a cada finca, pero con el tiempo lo que se ha hecho es concentrar a más animales de lo recomendable en una misma zona, provocando una sobrecarga ganadera que ha compactado el suelo y ha hecho que éste perdiera su biodiversidad y se volviera más ácido, favoreciendo la aparición de hongos como la Phytophthora cinnamomi. El abandono de las dehesas o la falta de diversidad de flora son factores que se suman al problema y favorecen el avance de estos microorganismos.
Sin embargo, como apunta Volante, “el hongo no mata directamente, si no que hay un proceso previo de decaimiento. Por eso, al ver una finca podemos hacer un diagnóstico de su situación particular y barajar posibles acciones”.
Enriquecer el suelo en diversidad de flora, en microorganismos, echarle fosfóricos -fosfato de cal y superfosfato de cal- para bajar la acidez del suelo, reducir la carga ganadera, abonar la finca con estiércol y material orgánico, dejar descansar la tierra -dejarla en barbecho como se hacía antes- o rotar los cultivos son algunas de las medidas que este agricultor aconseja poner en marcha para devolver a tierras de las dehesas su riqueza del pasado.
Volante está poniendo en práctica sus métodos para recuperar la vida en las dehesas en más de 40 fincas a las que asesora y que se encuentran dispersas por las provincias de Huelva, Sevilla y Córdoba principalmente. Cabe recordar que el agricultor firmó un convenio con el presidente del Foro Encinal, José Luis García-Palacios Álvarez, en virtud al cual el Foro puso a disposición de Volante fincas experimentales donde éste ha llevado a cabo sus prácticas de lucha biológica.
Del inicio de esta colaboración hace ya dos años y medio, tiempo suficiente para afirmar que el método de este onubense está dando sus frutos. En este sentido, José Luis García-Palacios indica que “apoyamos férreamente a Paco desde Encinal porque podemos comprobar los resultados in situ. Las fincas piloto tienen miles de nidos colocados y se observan los efectos beneficiosos de éstos. No se trata de una vacuna de efecto inmediato, pero sí necesaria para restablecer el equilibrio biológico de la biodiversidad de la dehesa como ecosistema”.
Por otro lado, tras la visita hace unos años de representantes de las Consejerías de Agricultura y de Medio Ambiente a la finca de Volante, el método de éste para mantener la biodiversidad fue incluido en el programa Life bioDEHESA.
El objetivo general del proyecto Life bioDEHESA, que comenzó en octubre de 2012 y finalizará en marzo de 2017, es promover la gestión sostenible e integral de las dehesas para mejorar el estado de la biodiversidad a través de la divulgación de actuaciones demostrativas que aborden los principales retos relacionados con la conservación de las dehesas. El proyecto está creando una red de 40 dehesas piloto en las que se desarrollen prácticas de gestión de mejora de su conservación y de la biodiversidad presente.
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