09 de noviembre de 2015

Miguel Valcárcel Cases: Un apasionado de la ciencia, Andalucía y el mar

Fotografía ilustrativa de la noticia

Miguel Valcárcel Cases (Barcelona, 1946) es catedrático de Química Analítica de la Universidad de Córdoba desde 1976. Lleva más de cuarenta años dedicado a la docencia, la investigación y la trasferencia del conocimiento y la tecnología. Dueño de una curiosidad insaciable que le acompaña desde la infancia, Valcárcel ha desarrollado una prolífica carrera científica rodeada de reconocimientos y acompañada siempre por sus tres pasiones: la familia, el mar y Mecano.

Miguel Valcárcel.

Miguel Valcárcel.

La vocación investigadora de Miguel Valcárcel nació a más de mil kilómetros de Andalucía, en el departamento de I+D que la empresa alemana Faberfabriken Bayer tiene ubicado en Colonia. Era el año 1968. Dos más tarde regresó a España para hacer la tesis doctoral, ya que en Alemania no le convalidaron sus estudios. “En aquella época el país estaba aislado y no se reconocía nada de los que se hacía en nuestro país. Ahora los jóvenes se pueden mover, cuentan con la convergencia europea”, celebra el investigador. Volvió en el lugar correcto y el momento oportuno. “Las universidades españolas empezaron a crecer y había mucho trabajo”, explica. Entonces decidió quedarse y desarrollar en Andalucía su carrera científica a pesar de las presiones de la multinacional alemana para que regresara a trabajar con ellos. “Dos delegados de Bayer me visitaron con un contrato listo para firmar una vez que finalicé el doctorado en Sevilla”, recapitula.

Valcárcel llegó al campo de la Química Analítica sin proponérselo. Buscaba, en la encorsetada y jerarquizada universidad de aquellos tiempos, un lugar donde sentirse bien: “Elegí esta especialidad sin saber muy bien dónde me metía. Simplemente por el carácter liberal de uno de los profesores que tuve durante la carrera”. En ese instante, en la Universidad de Sevilla, comenzó su relación con una disciplina a la que ha dedicado más de cuatro décadas de su vida y cuya finalidad es obtener información sobre la composición y naturaleza de la materia. Un ejemplo, los instrumentos enviados al espacio y que permiten detectar moléculas básicas para la actividad biológica –conocidas como las moléculas de la vida- en planetas lejanos. Para Valcárcel se trata de un área especialmente atractiva para formar equipo con médicos, biólogos, ingenieros o físicos. “Ese debe ser el camino de la ciencia”, destaca el investigador. Y añade: “La Química de hoy día no se entiende sin un enfoque multidisciplinar”.

Es defensor acérrimo de la responsabilidad social de la Química Analítica y del impacto que la divulgación científica de esta área del conocimiento tiene sobre la sociedad. “La información es algo delicado. Debemos estar comprometidos a la hora de divulgar hallazgos de una forma verdadera y fiable”, advierte el experto. Asimismo, entre los avances o hitos que esta disciplina puede alcanzar en los próximos años, le gustaría que se pudiera hacer realidad lo que hoy día es aún ciencia ficción. “Por ejemplo, un sensor que ofreciese online todos los parámetros químicos del sistema digestivo -como el pH- y que permitiese prevenir la aparición de ciertas enfermedades en órganos vitales de nuestro cuerpo. Eso sería una auténtica revolución”, afirma.

Compromiso con Andalucía y la juventud

Miguel Valcárcel llegó a Andalucía a los diez años procedente de Cataluña junto a sus progenitores -Leonor y Miguel- y su hermano Antonio, de seis años. Miguel, perito textil de profesión, encontró trabajo en una fábrica en Sevilla. “Descubrimos una ciudad fascinante. Mis padres lloraron por dejar su localidad natal y después de quince años, cuando trasladaron la fábrica y volvieron a Tarragona, no querían regresar”, recuerda con nostalgia. Durante su trayectoria, el investigador, afincado hoy día y desde hace más de treinta años en Córdoba, ha recibido ofertas por parte de la Universidad Autónoma de Barcelona, Complutense de Madrid o empresas internacionales como Hewlett-Packard –Estados Unidos-. Sin embargo, nunca ha caído en la tentación de abandonar Andalucía. “Ha sido un autentico privilegio vivir durante medio siglo como un andaluz más por la singular hospitalidad de nuestra región”, comenta. De hecho, es profeta en su tierra y el pasado año 2006 recibió la ‘Medalla Averroes de Oro Ciudad de Córdoba’ por su recorrido científico y fue reconocido como ‘Cordobés del Año’ en la sección de Educación e Investigación.

Desde su llegada a Andalucía, cursó sus estudios de licenciatura y se doctoró en la Universidad de Sevilla y posteriormente obtuvo la Cátedra de Química Analítica en 1976, en la Universidad de Córdoba. Destaca, por encima de todo, el proceso personal y profesional que supone desarrollar de forma exitosa un doctorado: “Es siempre trascendental y en España estaba muy poco cuidado. He dedicado gran parte de mi vida a mejorarlo”, afirma. Actualmente, una de sus grandes preocupaciones es la falta de perspectivas de trabajo que existe entre los jóvenes que terminan la carrera o el posgrado. “Que una persona finalice la tesis doctoral o se gradúe brillantemente y no tenga empleo es un fracaso del sistema. Me preocupa mucho porque no es culpa de ellos y por eso trato de ayudar en todo lo que puedo”, critica. Y tiene un mensaje para ellos: “Que tengan vocación de corcho y no de plomo. Es decir, que floten en las dificultades y nunca se hundan”.

Imaden de Doñana / Fuente: Miguel Valcárcel.

Imagen de Doñana / Fuente: Miguel Valcárcel.

Mecano, el mar y una búsqueda personal

La vida de Valcárcel ha estado principalmente dedicada, como él mismo reconoce, a su trabajo. En los dos últimos años una enfermedad le ha obligado a bajar el ritmo. “Me gustaría haber pasado más tiempo junto a mi familia”, detalla. Tiene dos hijos que “afortunadamente” no han seguido sus pasos como químico y también tres nietos. Entre sus aficiones, su músico clásico de cabecera es Mozart y dispone de la colección completa de ‘The Beatles’. No obstante, un grupo sobresale por encima de los demás: “Me pirra ‘Mecano’. Los conozco personalmente. He tenido muy buena relación con ellos y los oigo con mucha frecuencia”, expone. Además, la canción Resistiré del ‘Dúo Dinámico’ ha sido siempre una compañera fiel, especialmente en los momentos más “bajos”.

Otra de sus pasiones es la pintura, aunque a veces cierta “pereza” le impide practicarla. En este sentido, no puede pasar sin la que es su mayor devoción, fotografiar las olas del mar. “Tengo más de dos mil imágenes en las inigualables pleamares y bajamares del entorno de Doñana. Lo retrato en todas las estaciones del año, aunque especialmente en invierno. Es fundamental en mi vida”, confiesa.

Le queda un año para cumplir los setenta y jubilarse. Lo tiene claro. Se va y ya está. “He servido con mucha generosidad a la universidad y al sistema científico. Ahora necesito reconciliarme conmigo mismo, estoy como perdido dentro de mí”, admite. Es el momento para que los suyos disfruten de él. “Le debo a mi familia y a mi mujer Lola el tiempo que durante toda mi vida les he robado”, concluye Valcárcel.


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