04 de diciembre de 2015

El auténtico significado de la innovación en Ciencia y Tecnología

Fotografía ilustrativa de la noticia
El investigador de la Universidad de Córdoba, Miguel Valcárcel.

El investigador de la Universidad de Córdoba, Miguel Valcárcel.

¿Por qué los responsables políticos y científicos han mantenido incomprensiblemente durante décadas la denominación de “innovación” a lo que son realmente “actividades de trasferencia”?

Por costumbre, dejación o interés, los Planes Nacionales y Autonómicos y los Programas Marco de la Unión Europea, incluido el borrador del programa PAIDI de Noviembre de 2015, han mencionado reiteradamente desde hace años la secuencia I+D+I(i) (Investigación, Desarrollo e Innovación) con la última «I» de innovación en mayúsculas o minúsculas, según la importancia relativa que se le haya querido dar a esta última y trascendental etapa. En realidad, cuando se denominó a la misma como “innovación” hace décadas, la “transferencia de conocimiento y tecnología” no se usaba o solo se empezaba a usar. Personalmente siempre me sentí incomoda con ella.

La innovación es un concepto mucho más transversal y rico de acuerdo con su etimología, que puede encontrarse en diccionarios relevantes como el de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) en castellano o en los Oxford (UK) o Webster (USA) en inglés. Etimológicamente innovación significa introducción de novedades, alteración de lo establecido o conocido, desviaciones de lo estandarizado. Está en la línea del pensamiento de Albert Einstein que, a principios del siglo XX, indicó que en épocas de crisis cuando el conocimiento no es suficiente, hay que romper fronteras tradicionales y establecer nuevos paradigmas para llegar a la imaginación que propicia la innovación. Este ha sido mi concepto de innovación desde siempre. Podría interpretarse que la introducción de novedades se refiere al mercado, como en uno de los significados que admite el diccionario de la RAE, lo que justificaría débilmente la denominación clásica.

La innovación es patrimonio de todas las etapas del proceso secuencial en Ciencia y Tecnología, donde se propone la secuencia I+D+T (Investigacion, Desarrollo y Transferencia) como la correcta y acorde con los tiempos que corren. Así, en el glosario de acrónimos del Programa Horizonte 2020 de la UE, aparece R&D e R&T; esta última T tiene el significado de Tecnología asimilable a Transferencia.

La innovación en la primera etapa de Investigación (I) básica o aplicada (más cercana al desarrollo), implica buscar y encontrar nuevos filones, superar viejos y nuevos retos, nuevas líneas más rompedoras y prometedoras, olvidar lo convencional, huyendo de las repeticiones sobre el mismo tema que son también típicas en música. Por ello, la evaluación puramente cuantitativa imperante está obsoleta. La valoración correcta de la innovación en investigación implicaría combinar las indicadores bibliométricos imperantes con indicadores cualitativos en el marco del peer review.

También es posible innovación en la segunda etapa de desarrollo (D) que tiene vocación de enlace entre los descubrimientos y sus beneficios socioeconómicos. Ahí se puede innovar en las formas de establecer el crisol de confluencia, buscando el caldo de cultivo propicio para la imprescindible interdisciplinariedad. Esta etapa es esencial y no puede “quemarse” o acortarse por motivos económicos. Así está ocurriendo en el ámbito de la Nanociencia y la Nanotecnología.

La innovación en la tercera etapa de transferencia (T), podría suponer una revolución en el contexto del mercado, buscando formulas para garantizar que los outputs de la secuencia sean productos/servicios impactantes para lo cual su enfoque hacia adelante (mercado, beneficios sociales y económicos) deberá balancearse con un enfoque hacia atrás, analizando concienzudamente los conocimientos adquiridos en las etapas anteriores.

La innovación es pues un cemento de unión entre las etapas I+D+T en Ciencia y Tecnología, que garantiza su calidad individual y evita los compartimientos estanco entre las mismas. Nada más y nada menos.

Miguel Valcárcel


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