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27 de mayo de 2015

Excavaciones en las tumbas de los nobles del Sur de Egipto

Fotografía ilustrativa de la noticia
Alejandro Jiménez, investigador de la Universidad de Jaén, en Elefantina (Egipto).

Alejandro Jiménez, investigador de la Universidad de Jaén, en Elefantina (Egipto).

En el año 2008, la Universidad de Jaén comenzó un ambicioso proyecto de investigación multidisciplinar cuyo eje giraba en torno a la excavación de las tumbas de los gobernadores de Elefantina (isla fluvial en el río Nilo) enterrados en lo que hoy en día se conoce como ‘Qubbet el-Hawa’. La importancia del yacimiento y la interdisciplinariedad del trabajo han recibido la confianza por parte del gobierno español en forma de financiación con dos proyectos I+D+i desde el año 2010. Hasta el momento, han participado una treintena de investigadores mayoritariamente españoles procedentes de las universidades de Jaén, Granada, Autónoma de Madrid, Libre de Berlín y del Museo Arqueológico Nacional, aunque también se ha contado con la presencia de expertos de los Estados Unidos, Italia y Francia.

El proyecto de investigación pretende conseguir la máxima información a partir de las evidencias arqueológicas, por lo que la presencia de otros especialistas que en principio no parecen estar relacionados con el campo de la Arqueología o la Egiptología es también muy necesaria. Así, los antropólogos físicos se encargan de determinar la edad, el sexo y las patologías en los restos humanos que se encuentran; gracias a la técnica no invasiva denominada Raman, las investigadoras químicas pueden determinar la composición de los pigmentos que fueron utilizados para decorar el ajuar funerario; los arquitectos reconstruyen y tratan de explicar cómo se edificaron las tumbas; las restauradoras consolidan y recuperan, en la medida de lo posible, el aspecto original de las piezas encontradas. Además, los geólogos han explicado por qué las tumbas se construyeron en esos lugares y cómo han afectado a la estabilidad de la colina; la antracóloga reconoce las especies de maderas que fueron utilizadas por los antiguos egipcios, determinando si son de importación o son locales; finalmente, los egiptólogos leen las inscripciones jeroglíficas e interpretan todos los datos relacionándolos con las fuentes históricas.

Entre los hallazgos, los gobernadores en el antiguo Egipto eran los representantes del faraón en las provincias y, generalmente, tenían amplias atribuciones, desde las religiosas a las económicas. En este sentido, cada provincia tenía sus características propias. En el caso concreto de la región que controlaba Elefantina, se trataba de la frontera entre Egipto y Nubia, lo que la convertía en un lugar de intercambio entre el Alto Valle del Nilo así como los desiertos circundantes. Además, en lo que hoy es la moderna ciudad de Asuán existían afloramientos de granito rosa que, desde el comienzo de la civilización egipcia, fue una roca muy apreciada para la fabricación de vasos y para la construcción de monumentos.

Excavaciones en las tumbas de Elefantina, isla fluvial en el río Nilo.

Equipo de las excavaciones en las tumbas de Elefantina.

La Universidad de Jaén ha excavado hasta el momento seis hipogeos (tumbas excavadas en las rocas), algunos de enormes dimensiones como la tumba de Sarenput II o la hasta hace poco conocida como la QH33. Ha sido en este último complejo funerario donde se han realizado los descubrimientos más espectaculares. Hasta el momento (todavía no se ha terminado de excavar), en esta tumba se han encontrado cuatro cámaras intactas y dos parcialmente saqueadas. En una de estas últimas se halló el cuerpo del gobernador Heqaib III, que vivió en torno al año 1800 a. C. Existían algunos datos sobre él e incluso una estatua en la que representaba al gobernador a la típica manera egipcia. Sin embargo, el análisis antropológico de su cuerpo mostró que sufrió una severa escoliosis (desviación de la columna vertebral) que en nada le asemejaría a la estatua hoy exhibida en el Museo de Nubia en la ciudad de Asuán (Egipto).

El hallazgo de un cuerpo de un gobernador egipcio no es común, ya que, en la mayoría de los casos, las tumbas suelen ser saqueadas con anterioridad. A este ‘golpe de suerte’ hay que sumar que en ella fueron encontrados tres enterramientos de personas muy cercanas a él, entre los que estarían un hermanastro y la que probablemente fue su esposa. El tercer contemporáneo a Heqaib III por el momento no ha podido ser identificado, aunque en su cuerpo se encontró uno de las dagas de cobre, plata, ébano y marfil más bellas halladas en Egipto.

El complejo funerario de Heqaib III fue reocupado en dos periodos posteriores (1500 y 600 a. C.) por personas que nada tenían que ver con la familia gobernante de Elefantina. Por el momento, sabemos que más de dos centenares de personas fueron enterradas dentro del hipogeo QH33. Desafortunadamente, casi todas las momias fueron saqueadas en la antigüedad e incluso, a finales de siglo VI, la tumba fue pasto de las llamas. Aun así, dos cámaras con once enterramientos datados también en el mismo tiempo aparecieron intactos, lo que nos ha permitido reconstruir las condiciones de vida de la parte baja de la sociedad acomodada de Elefantina y de los recursos que invertían en sus enterramientos.

Miembro del equipo durante una excavación.

Miembro del equipo durante una excavación.

Durante la última campaña (2015) sobresalen dos descubrimientos. Uno de ellos está relacionado con la familia del gobernador Heqaib III. Concretamente, en la tumba conocida como QH35p, se ha hallado el enterramiento intacto de la matriarca de la dinastía de gobernadores y que antecedió a Heqaib III en poco más de un siglo. Este hallazgo será clave para poder confirmar lazos familiares entre la gran cantidad de restos humanos encontrados y que no están identificados por inscripciones. Además, supone un hito a la hora de estudiar la evolución de los ajuares funerarios de la nobleza durante la Dinastía XII que transcurre entre 1980 y 1790 a. C.

El segundo gran hallazgo, del que se han hecho eco numerosos medios de comunicación, está contextualizado cronológicamente en uno de los periodos más antiguos de la necrópolis, la VI Dinastía (2200 a. C.). En una tumba recién descubierta, la QH34cc, se hallaron los restos óseos de una mujer que murió en torno a los cuarenta años. Numerosas señales en sus huesos mostraban que había sufrido un tumor muy severo que había derivado en una metástasis que había afectado a su esqueleto. El único cáncer que podía haber provocado la metástasis era el de mama. Se trata del cáncer de este tipo más antiguo hasta el momento descubierto y además confirma que no ha variado desde entonces.


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