Andalucía /
25 de mayo de 2015

Cuando los más jóvenes deciden sobre ciencia

Fotografía ilustrativa de la noticia

Desde el año 2011 el ‘Parlamento Científico de Jóvenes’ ofrece a los estudiantes andaluces de bachillerato la oportunidad de tener voz y voto democrático sobre controvertidos temas relacionados con la investigación, como la gestión de residuos, el uso de la energía nuclear o las células madre embrionarias. Una ocasión única para que la sociedad aprenda de la visión global y del espíritu colaborativo que ellos practican

Josechu Ferreras , junto a parte de su equipo organizador, en el Parlamento de Andalucía.

Josechu Ferreras , junto a parte de su equipo organizador, en el Parlamento de Andalucía.

La Sociedad Andaluza para la Divulgación de la Ciencia (SADC) y la Fundación Descubre han creado un espacio donde estudiantes de 1º y 2º de bachillerato (entre 16 y 17 años), pueden demostrar sus virtudes cívicas y experimentar de primera mano cómo se adoptan decisiones en democracia. Se trata del ‘Parlamento Científico de Jóvenes’, una iniciativa que se inició en el año 2011 y que les coloca ante controvertidos temas de actualidad científica sobre los que son ellos mismos quienes deben adoptar resoluciones siguiendo las reglas del juego democrático, partiendo del conocimiento profundo de la materia, la reflexión y el debate.

El rechazo a la fractura hidráulica o fracking para la extracción de gas natural por sus graves consecuencias medioambientales o el respaldo a la creación de embriones como método secundario para la obtención de células madre con fines terapéuticos y de investigación, son sólo algunas de las conclusiones a las que se han llegado en las distintas ediciones anuales desde arrancase esta iniciativa en 2011.

La mayoría de edad, fijada en España a los 18 años, es condición indispensable en el actual sistema democrático para adquirir el derecho a votar. Antes de ese momento, se presupone que la capacidad crítica y el conocimiento de la realidad que se tienen son aún insuficientes para tomar decisiones políticas. Sin embargo, el ‘Parlamento Científico de Jóvenes’ viene demostrando cómo, con la preparación y las herramientas necesarias, se puede crear un marco en el que los más jóvenes desarrollen su capacidad crítica y sentido de la responsabilidad.

“Me emociona mucho ver el nivel de madurez e implicación de los jóvenes que participan. Existe un espíritu colaborativo, de búsqueda de soluciones colectivas que buscan la mejora a nivel global muy reseñable”, comenta Josechu Ferreras, coordinador del ‘Parlamento Científico de Jóvenes’. El cambio climático, la medicina personalizada, la sostenibilidad energética o la gestión de residuos son ejemplos de las relevantes materias en las que se les ha dado voz y voto para decidir.

«Todo surgió a raíz de un programa de la Unión Europea en el que estudiantes de distintos países tenían que defender en Bruselas posturas relacionadas con temas científicos y ambientales relevantes. Cuando terminó, decidimos continuar en Andalucía con esa idea”, recuerda Josechu Ferreras.

Grupos de trabajo o comisiones.

Grupos de trabajo o comisiones.

Tres días de trabajo

“Una idea que consiste en que al menos 60 jóvenes de distintos centros andaluces se reúnen tres días (suele ser en febrero o marzo) para discutir por grupos de trabajo o comisiones cuestiones controvertidas y previamente planteadas», explica. De este modo, las resoluciones adoptadas son debatidas después en el Parlamento de Andalucía donde se redacta la resolución final, tras un proceso de votación libre y en el que no interviene ningún adulto.

El primer día, los estudiantes elegidos por cada centro para participar en el ‘Parlamento Científico de Jóvenes’ llegan a Sevilla por la tarde y se reúnen para el acto de inauguración en la Casa de la Provincia. Posteriormente se constituyen en comisiones, cuatro en total (una por cada tema), y se desarrollan actividades encaminadas a que el grupo se conozca. Los equipos de trabajo están en todo momento moderados por antiguos parlamentarios de ediciones anteriores, que se ofrecen a hacerlo de forma voluntaria.

El segundo día se dedica íntegramente a trabajar en las comisiones, donde se pone en común toda la información y se aclaran dudas. Además, durante este día tienen la oportunidad de charlar con un experto de alto nivel en la materia en la que están trabajando. El ex ministro de Sanidad Bernat Soria, el vicedirector del Centro Nacional de Aceleradores, Rafael García-Tenorio, o la directora de Estrategia Tecnológica de Abengoa, Ana Díaz, son algunos ejemplos.

“En nuestro modelo se establece el diálogo no sólo entre jóvenes, sino también entre éstos y las personas que actualmente están desarrollando investigaciones. Esta experiencia es enriquecedora no sólo para el alumnado, sino también para los científicos participantes, quienes tienen la posibilidad de conocer de cerca las opiniones y actitudes de los estudiantes”, apunta el coordinador de la iniciativa. Ese mismo día, en la última reunión cada grupo, se redacta la resolución.

El tercer y último día se reúne la asamblea general con todos los participantes en el Parlamento andaluz donde se presentan las resoluciones adoptadas por cada grupo para ser debatidas. Al final del debate todos los miembros del Parlamento votan personalmente cada resolución.

“El ‘Parlamento Científico de Jóvenes’ es el momento final de un proceso que en realidad ha comenzado mucho antes. Y es que a lo largo del curso, en sus propias aulas, ya han estado trabajando en los temas que proponemos, guiados por sus profesores y con los materiales que les proporcionamos”, apunta Josechu Ferreras. Así, los centros educativos participantes trabajan en sus clases, con el criterio y la programación desarrollada por el profesorado, utilizando los recursos y materiales que se les ofrecen para cada uno de los temas elegidos. Además, para su estudio, se plantean una serie de cuestiones que el alumnado debe prepararse en profundidad. Posteriormente, se selecciona a los alumnos que acabarán representando al centro en el ‘Parlamento Científico de Jóvenes.’

“Es en el propio aula donde se elige a los estudiantes que van a participar. Se trata de un proyecto vinculado a cierto nivel de talento, donde se prima la excelencia, así que están muy preparados. Te sorprenden citando informes o destacando estudios que han consultado por su cuenta. Son muy exigentes en cuanto al rigor y hay mucho respeto en los debates. Te hace pensar que de cara al futuro estamos salvados”, comenta Ferreras satisfecho. De hecho, según recuerda al finalizar la pasada edición, el que fuera presidente del Parlamento andaluz en funciones, Manuel Gracia, alabó el trabajo de los jóvenes y comentó: “Ya nos gustaría tener debates así”, en relación al buen clima y al espíritu colaborativo.

Científicos y profesores asisten al debate.

Científicos y profesores asisten al debate.

Beneficios para todos

Además de la innegable oportunidad que les da a los alumnos de aprender, para Josechu Ferreras este proceso de participación simulada facilita el marco necesario para que los más jóvenes puedan expresar su propia perspectiva de la realidad: “Normalmente no se les da la palabra ni se les escucha. Aquí sí. Ellos están alejados de partidismos, tienen una visión propia nada localista, sino de búsqueda del bien común a nivel global”. Por otro lado, afirma que se fomenta el espíritu de grupo, la cordialidad, la palabra, la cooperación constructiva de soluciones y la integración entre jóvenes de distintas procedencias.

Pero esta experiencia además tiene beneficios para el profesorado. “Se trata de una ocasión para trabajar en profundidad temas relevantes relacionados con el currículo de las asignaturas, al margen de los libros de texto”, asegura Ferreras. Y va más allá, señalando el valor que tiene para otros colectivos implicados: “Los científicos salen encantados de contactar con la gente joven y sienten que aportan mucho; los políticos, por su parte, pueden aprender mucho sobre la construcción colectiva de soluciones para los problemas sociales. Es toda una experiencia”, concluye el coordinador del ‘Parlamento Científico de Jóvenes’.


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